Indultos nos cuesten lo que nos cuesten

 Indultos nos cuesten lo que nos cuesten

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El ministro de Justicia, Juan Carlos Campo.
El ministro de Justicia, Juan Carlos Campo.MariscalEFE

Pedro Snchez est dispuesto a arriesgarlo todo en nombre de la magnanimidad y la reconciliacin. El trompazo de Madrid, lejos de apocarlo, le sirvi de acicate para acelerar los planes de apuntalamiento de su legislatura. Cueste lo que cueste y nos cueste lo que nos cueste. Vacunas, fondos europeos y concesiones al independentismo. Esas son las tres claves necesarias.

En marcha las dos primeras, gracias a la Unin Europea, slo resta la tercera y ya est en camino y aceleradamente. De momento, el relato para convertir en coraje poltico la decisin de perdonar a quienes no dudaron en arremeter contra el Estado a golpe de sedicin y malversacin, va cobrando forma.

No importa que ello implique adornar con la aureola de vctimas dolientes a los condenados por el Supremo que insisten en su voluntad de repetir el desafo. Ni que al tiempo se emborrone el perfil de la oposicin, y en especial del Gobierno de Mariano Rajoy, con la culpa de haber provocado la herida catalana a base de odio, como ayer mismo apunt en el Congreso el ministro de Justicia Juan Carlos Campo.

No importa tampoco, como hizo el presidente del Gobierno, equiparar el cumplimiento de la ley y las decisiones de los tribunales con la venganza y el revanchismo. Ni la vergenza de llegar a hacer comparaciones entre la democracia espaola y el apartheid sudafricano ni, como apunt la portavoz popular, Cuca Gamarra, envenenar los valores del entendimiento y la concordia para encubrir la reafirmacin en el delito.

Nada de esto es trascendente si de lo que se trata es de enhebrar un discurso que blinde al presidente, aunque ello suponga presentar a los delincuentes como vctimas, a los agredidos como vengadores, dejar a los jueces a los pies de los caballos e implique el riesgo de sembrar, como mantienen desde las filas de la oposicin, la semilla de un nuevo procs. La primera se plant, segn el PP, con el pacto del Tinell; la segunda, se est cultivando ahora.

El presidente promete generosidad, pide a los espaoles confianza en su decisin de indultar y asegura que con ella el pas dejar atrs una etapa oscura y entrar en otra de entendimiento y dilogo. En el PP lo ven del revs: El apaciguamiento ser interpretado como debilidad por quienes se aprovechan de l, advierte Gamarra para quien no hay grandeza ninguna en someterse a quien te dice: lo mo es mo y lo tuyo es negociable.

De hecho, nada en la contraparte secesionista, ms all de la carta en la que Oriol Junqueras indulta graciosamente a quienes estn dispuestos a perdonarle, dibuja el futuro que anticipa Snchez.

Un panorama que no ven ni los propios independentistas, ni la Fiscala, ni el Supremo, ni la oposicin, ni buena parte del PSOE. Slo lo vislumbra el presidente, para quien es esencial ganar tiempo con los indultos y despus con la mesa bilateral de negociacin a fin de evitar que en el ao y medio largo que le queda de mandato, la actitud del secesionismo torne de nuevo a las andadas de la unilateralidad. Si eso llega, que le toque a otro.

Slo un detalle se le escapa de momento a Snchez y a su equipo de relatores monclovitas: la posibilidad, como ya sospecha sagazmente el independentismo ms radical y rupturista -el que representa la CUP, pieza clave en la sostenibilidad de una Generalitat mal avenida-, de que el Supremo revoque, en apenas tres o cuatro meses, los indultos que ahora conceder el Gobierno. Snchez y Redondo no quieren ni pensar en ello. La instantnea de Junqueras y compaa ingresando de nuevo en prisin puede ser ms cruel incluso que la segunda edicin de la foto de Coln que se publicar el domingo.

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